Ser el actor de mi propia historia
- Agustina Rey
- 21 mar
- 3 Min. de lectura
Resignificar y cambiar la narrativa de lo que me cuento.
Ir a terapia, empezar hablar y poner en palabras lo que me pasa, es un gran acto de valentia.
Me permite pasar de un lugar mas pasivo a uno activo. Dejar de “ser victima” del entorno para tomar la decisión de constuir (de a poco) mi propio destino y contar otra historia. Cambiar la narrativa de lo que me cuento.
Por otro lado, me permite enfrentar mis sombras, mis dolores y mis heridas. Me permite hacer lugar a eso que duele, y empezar a juntar de a poco todas esas piezas. No se trata de rechazar nuestras sombras ni nuestras heridas. Se trata de ir acercandome de a poco a eso que dolió, a esas heridas que hicieron que hoy me relacione con uno a traves de escudos o defensas y que siga repitiendo patrones emocionales.
Ir a terapia es empezar a confrontarme a mi mismo y a todas las “mentiras” que me cuento. Es un acto de amor y la oportunidad para acercarme a una mejor versión de mi mismo.
Cuando hablamos de resignificar nuestra historia nos referimos a la posibilidad de aceptar eso que dolió, reconocer esa herida que está ahi aceptando que es parte de nuestra historia. Darle otro sentido a lo que hemos vivido. No podemos cambiar ni borrar el pasado ni eso que tanto dolió, pero si podemos empezar a repensarlo para entenderlo y verlo desde otro lugar. Resignificar es empezar a darle un nuevo significado a las experiencias del pasado. No resignándome; sino aceptando y transformando ese dolor.
Esto nos va llevar tiempo y por eso es importante el estar acompañado y pedir ayuda. Todos tenemos dolores y estamos un poco rotos. De ahi la importancia de empezar de a poco a juntar todas esas partes yendo hacia la sanación.
Solemos hablar de “heridas” refiriéndonos a las heridas de la infancia. Estas son experiencias traumáticas o negativas que ocurren en la niñez. Por la etapa de la vida y del desarrollo no tenemos suficientes herramientas para expresar lo que nos pasa ni elaborarlo. No contamos con las capacidades para tramitar esos dolores.
Entonces, esas heridas y experiencias mas bien traumáticas van afectando la forma en la que nos percibimos a nosotros y en la que percibimos al mundo. Van afectando la forma en la que nos relacionamos con nosotros y con los demas. Es un poco lo que se manifiesta en la adultez en forma de inseguridades; miedos; patrones de comportamiento repetitivos o dificultades en las relaciones.
Las heridas van dirigiendo nuestra vida para evitar el sufrimiento (entramos en una modo de desconexión en vez de conexión con nosotros y con los demas). Nos ponemos una mascara cada vez que algo activa esa herida. Por qué? porque no queremos volver a sufrir. Porque queremos defendernos o protegernos de eso que tanto nos dolió. Cual es el problema? Muchas veces esa mascara o esa defensa que me ayudó a sobrevivir en cierto momento de mi vida ya no la necesito. Entonces el trabajo está ahi: en poder reconocer y abandonar esa mascara o defensa que ya no necesito porque ahora puedo dejar de defenderme y mostrarme desde otro lugar. Porque cuento con otros recursos y herramientas para transitar eso que duele o esa herida que se activa.
Para sanar esas heridas debemos primero identificarlas y tomar consciencia de ellas. Reconocer y recordarnos que no es nuestra culpa aquello que ocurrió pero sí nuestra responsabilidad sanar para no repetir ese patrón.
Solemos preguntarnos el “por qué?” de lo que nos pasa y nos duele. En cambio, podemos preguntarnos “para qué?” intentando de ese modo buscar un aprendizaje, una oportunidad, una visión diferente a eso que nos atraviesa y desestabiliza.
Cuando hablamos de sombras nos referimos a aspectos reprimidos de nuestra personalidad. Son los rasgos impulsos o emociones que no concuerdan con la imagen ideal de uno mismo. Son esas características de la personalidad, traumas y miedos que ocultamos. Que seria integrar mi sombra? Ya sabemos un poco que todo lo que rechazamos vuelve con mas fuerza. No se trata de negar ni rechazar lo que es uno. Sino aceptar todas las partes de uno mismo. Hacer conscientes de nuestra “oscuridad”.
Solo reconociendo e integrando esas sombras podremos ser mas honestos con nosotros mismos y con los demas. Pudiendo de a poco trabajar en lo que no nos gusta, desde un lado de aceptación y mayor compasión.
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